DIEGO


Dudaba si escribirle o no. De hecho no sabía cuál sería la respuesta del otro lado de la pantalla.
Cuando por fin tuvo el valor de hacerlo, tomó el teléfono celular, y presionó enviándole
'Hola. ¿Nos podemos ver?'
Desde el momento en que en pantalla se mostró 'Enviado', hasta que reapareció en el Buzón de Entrada un pequeño símbolo con 'Mensaje no leído', sabía que allí encerraba la respuesta que esperaba. Segundos llenos de ansiedad. Nerviosismo.
Decidió respirar, y abrió el mensaje, sin importar cual fuere la respuesta, la aceptaría.
'Hola. Sí. ¿Dónde?'
                                     *                           *                               *
Era una tarde donde el sol se asomaba entre las nubes, la brisa fresca abrazaba a todos en aquella Plaza, las palomas cual dueñas del lugar tan recurrentes para ellas, de fondo una pequeña tarima donde danzaban bailarinas, suponía celebraban un evento, el Ávila tan imponente como siempre, dejándose ver, siendo el testigo fiel de los encuentros en aquella plaza de la capital.

Él, buscaba entre la muchedumbre, como si de un tesoro perdido se tratare, y de cierto modo era así. Quería marcarle y llamarle, pero mejor decidió esperar, él quería verle ya, pero era mejor no mostrar ansias. Seguía observando, dando saltos entre una y otra persona. Descartaba. Y así estuvo, por lo menos poco minutos.
Él bajó las escaleras de aquella plaza, siguió a la esquina de un famoso local conocido por sus Cafés, cuando de pronto, entre la multitud, aparece tan calmado como siempre, llevaba botas marrones, un blue jeans, y camisa a rayas delgadas, entre azul y blanca, recogida hasta los codos, su cabello como siempre arreglado, pero esta vez, se había dejado las canas, dándole un aire a bohemio, mostrándose más tranquilo que cualquier otro día.

Marcos, al ver llegar a Diego, no sabía si saludarlo con un abrazo, un apretón de manos o una sonrisa, como lo había hecho en el pasado. Resulta que habían pasado ya cuatro meses que no se veían, y esa tarde se pintaba para cerrar el ciclo entre ambos.

                                                 *                           *                               *

Diego, un ser completamente emocional. Un hombre con un temple, carácter y fuerza como pocos. Seguro de sí mismo. Elocuente. Visionario. Vive, respira y siente la vida de un modo distinto, creo que así son todos los artistas, van por la vida con su equilibrio, sus sanaciones internas, sus visiones un paso más allá del común. Un ser evolucionado.

'Vayamos a ese Café de allí' -Dijo Diego- Al momento asintió Marcos y le siguió.

Al fondo del local, estaba una mesa, vestida con una mantel blanco, perfecta para ellos, el Café con un aire a espectáculos de Broadway, de piso monocromático, en las paredes y vidrios reposaban cortinas de color claro, quizá blancas y grises, justo en la entrada yacía una lámpara de cristal. Lo cierto es que Marcos no era bueno detallando ese tipo de cosas, solo recuerda la mesa que daba a los ventanales, que desde allí daba a la calle donde minutos antes se habían reencontrado.

                                            *                                 *                              *

'Dos capuccinos, por favor' -Pidió Diego, mientras el mesero se retiraba.
Marcos le observa. No sabía qué decir, por dónde empezar.
Marcos, llevaba un pantalón negro, zapatos de goma, y franela gris con una franja rosada, y un morral donde llevaría los libros que compraría después de encontrarse con Diego.
Su aspecto había cambiado, había hecho algo en su cabello que le daba más libertad y seguridad.
Marcos es un tipo que marca sus prioridades, no con la pasión que caracteriza a Diego, pero si centrado en lo que quiere, más racional. Eso de los sentimientos y emociones era algo que dejaba a un lado. Negaba y sacudía cualquier cosa que le hiciera sentir que estaba al borde de aquello que muchos llamaban, amor.
Supongo que por eso estaba con Diego, era el complemento perfecto para su vida, haciéndole caer en cuenta que no solo eran sensaciones autómatas, que se rigen por un mismo patrón.

                                                    *                                *                            *

'Entonces, Marcos' -Pregunta Diego, dando inicio a la conversación- 'Aquí estamos. ¿Qué es lo que necesitas decirme?- Mientras posaba sus antebrazos en la mesa, tomándose de las manos, algo temblorosas.
Diego no podía creer que estaba frente al hombre que le había hecho sentir todo aquello durante los años pasados, pero sobre todo, los últimos meses.

A lo que respondió Marcos; 'Quería verte. Pedirte perdón' -Le temblaban las manos, No dejaba de observar lo cambiado que estaba el hombre que en algún momento fue su pareja, con quien compartió cinco años de su vida.
Marcos, se daba cuenta cada segundo lo afortunado que fue al estar con el hombre que lo amaba, pero que no supo considerar ni respetar. No le fue Leal a lo que tenía.
Descargó en aquel lugar, entre los dos café, lo mal que se sentía, pidió disculpas por haberlo desplazado en cuantas situaciones dadas, por haber sido tan inhumano en cuanto a los sentimientos se refiere.

                                   *                            *                              *

'Has sido la única persona que me ha provocado partirle la cara' -Dijo Diego-  Se podía observar como las manos le temblaban. Más que rabia era dolor, y decepción lo que mostraba su rostro. Se podía sentir la vibra de la impotencia con lo que dijo esa frase marcando a Marcos, haciéndolo timbrar, no esperaba jamás de parte de Diego ese tipo de comentarios, de respuesta. Era la impotencia que cargaba desde hacía cuatro meses atrás.

Ciertamente, en su vida no habían tenido discusiones que llegara a la agresión, y mucho menos a la física, ambos eran lo suficientemente adultos y maduros como para llegar a esos extremos.
Era tal dolor que le causaba a Diego, ver a Marcos, al hombre que le entregó 5 años de relación que no comprendió el sentido de la palabra 'Lealtad', a esa que ambos apostaban.

'Me quedaron fotografías mentales vacías. En esos retratos no estás tú Marcos. -Dijo Diego-
'Al único hombre que he Amado haz sido tú, y qué paradójico que estos últimos meses hayas sido a quien más he odiado'
Podía observarse como aquellos ojos de colores marrones oscuros, se llenaban de lágrimas, Diego contuvo las ganas de llorar en ese momento... le dolía, ese sentimiento de rabia, culpa. De decepciones acumuladas, de tanto sumar años y acciones, y aun así las cuentas no daban.
Había sido Diego quien había entregado hasta lo que no tenía.

Marcos miraba como todo lo que tuvo, estaba destrozado, roto. Imposible reconstruir un vaso así. No había más chance. Sentía las inmensas ganas de abrazarlo allí mismo, no le importaba el resto del mundo. Solo quería hacerle sentir a Diego que estaba arrepentido, y quizá hasta molesto con él mismo, por lo patán e irresponsable que fue estando junto a él.

                                           *                              *                           *

Durante largos cinco años, Diego amó a Marcos de una forma única. Le hizo sentir que él era el hombre su vida, por la que batalló siempre, dando cada átomo de su ser, entregándose y sintiendo el amor como se puede llegar a sentir. Para Diego era una necesidad. Le recordó aquellos desayunos en la cama. Las innumerables veces en las que rieron juntos.
Marcos recordaba cuando conoció a la Mamá de Diego, a su hermana y sus sobrinos. A la amiga de hacía años. Las calles por donde caminó cuando iba al colegio.
Las fotografías que guindaban en la sala de la casa de los Padres de Diego.

A  ambos se les escapó una sonrisa. Nostalgia, por añorar esos días.

                                     *                            *                               *

Resultó ser que Marcos, nunca dio el siguiente paso. Los miles de demonios con los que batallaba este hombre, no le permitieron incluir a Diego en el resto de su vida. En las noches de celebración, las reuniones Familiares, Noche Buena, en reuniones con amigos, en eventos importantes para Marcos, siempre estuvo vacía una silla. En su habitación en las noches la cama se mostraba fría y desolada. En las mañanas llenas de almohadas y espacios que hacían distancias entre ambos.
Marcos sabía y siempre tuvo presente el compromiso y la necesidad de darle más a Diego, aunque este nunca le exigía, pero sabía que en sus manos estaba la decisión.
¿Por qué no ser tan decidido en las relaciones de pareja, como lo era en otros aspectos de su vida? ¿Acaso era tanto el miedo a la deslealtad?

Marcos durante cinco años estuvo siempre presente en la vida de Diego, estuvo para él, dándole lo que pudo, lo quiso y amó a su manera.
Adoraba sus desayunos. Su arte. Sus largas noches conversando de todo.
Pero, Marcos ignoraba algo, que en su vida no estuvo presente nadie y fue por su decisión, las cadenas a las que se aferró, por sus miedos vagos, por aquello en lo que creía que a fin de cuentas eran inseguridades. Un grillete cargado de miedo. Pudo haberlo hecho, tuvo siempre ese espacio vacío porque así lo eligió. Marcos sabía que su familia y amigos, esperaban siempre a alguien, en cada uno de los contextos y escenarios esperaban un caballero a su lado, y así transcurrieron cinco largos años, donde por las ataduras impuestas por el miedo, por su miedo, nunca tuvo la hombría de dar ese paso.
Resultó que nadie, jamás, conoció a Diego, excepto Marcos.

Cuando quiso darse cuenta. Diego había sumado y aunque lo intentaba, más desplazado se sentía y fue cuando todo se desplomo. Ya no tenía más para dar. No hubo rencores, no hubo peleas. Solo, la simple decisión de tomar los caminos que siempre de alguna manera estuvieron presentes, esperando por ellos, dando giros distintos, separándolos de nuevo, permitiéndoles que siguieran sus rumbos sin mirar atrás, y esa tarde en aquel local donde solo habían dos cafés en la mesa, estaban dos hombres, que habían experimentado el amor en su máxima expresión, de un modo distinto, sobrenatural, no como lo venden en la televisión. Conexiones más allá de lo físico-sexual.

                                      *                              *                            *

Aquella tarde transitó calmada. Desde los ventanales del local, se observaba como afuera, de cierto modo todo era perfecto, la multitud caminaba a distintas direcciones. La presión había bajado entre la pareja, las tasas yacían vacías. Ambos no tenían más para decir, no había cruces que pesaran, ni metas a donde llegar, solo dos caballeros en aquel café cerrando un ciclo de una relación que se mostraba por concluida. Marcos entendió aquella frase que en algún momento le dijo un amigo, ‘Deja que fluya como el río’ no era correcto ni sano, guardarse las cosas, oprimir los sentimientos ni obviarlos. No pasaba nada si se amaba a alguien. No ocurriría algo si se dejará sentir el amor en sus distintas expresiones. El fin de la relación había llegado, lo que no entregó, lo que no dio.

Diego, aun le Ama. Aunque duele, y es difícil entender, cuando se elige amar; das todo lo que tienes, es tu elección, tu decisión, sin importar como termine todo. Él era el responsable de lo que sentía, y Diego sabía que debía ahora batallar para resolver esto, para sanar lo que dentro sentía, pero, confesaba que se estaba tranquilo, en paz, porque aquellos ejercicios de reconexión con él mismo le estaban dando resultados, y sabían que dentro de sí, no podía haber rencores ni pesares.

Ambos hablaron de lo que estaban haciendo en ese momento, cómo les había ido hasta ahora, de aquello que uno del otro conocía. Cada uno fue tan importante en la vida del otro. Ya para ese momento, el ciclo cerraba, caía y encajaba para decirse adiós, o quizá un hasta pronto. A ambos se les escapó una sonrisa, sus miradas se mantuvieron fijas durante varios segundos, nadie dijo nada. Se cree que durante esa conexión tan efímera pudieron pasar por aquellos momentos juntos, donde se amaron y quisieron tanto. Los pocos segundos bastaron para entender ese vínculo que era tan difícil para ambos, dejarlo ir.

                                          *                           *                               *
Resultó ser cierto, que de tantas conversaciones, en una de esas noches, aquellas ya pasadas, mientras ambos tomaban un café en el piso once del apartamento de Diego, junto a la ventana, y el frío caraqueño que los abrigaba, cuando sus mentes divagaban cual filósofos, Marcos le dijo a su compañero de vida en aquel momento: ‘El amor no es como te lo venden en la televisión. El amor es, los dedos fríos de tu pareja en la mañana que tocan los tuyos. El amor es, los roces que hay debajo de la mesa en algún importante restaurant. Aquellas miradas que solo entiende tú y tu pareja. El amor es una conexión más allá de lo físico-sexual, traspasando lo psico-emocional Todo este asunto lo han tergiversado’.

A lo que Diego respondía con total acuerdo: ‘Exacto. La sociedad ha hecho del Amor un total comercio, al igual que el sexo y demás. El amor es la máxima expresión donde debes amarte a ti primero, debes quererte y conocerte para dar el siguiente movimiento que es amar a otra persona. Ser responsable con lo que tienes, lo que darás y recibirás. El amor es solo un nombre, una etiqueta puesta a un sinfín de acciones que engloban infinitas expresiones de cariño, compresión, lealtad, fidelidad, compromiso, trabajo en equipo, el afecto total desde lo más profundo de tu ser. El amor se vuelve una necesidad básica, como el respirar. Necesitas del otro porque resulta que se han vuelto uno solo’


                                               *                           *                               *

Y así pues, en aquel café, junto a otras mesas, dos caballeros cerraban el ciclo importante de sus vidas. Ambos ya habían tomado caminos distintos, no había ataduras ni cadenas, aquellos miedos se habían esfumado. Un ciclo que terminaba. Dos hombres, Marcos y Diego, como cualquier persona, compartieron su vida con el otro, a lo largo de cinco años.

Lo cierto, es que aquella frase aún resuena en la mente de ambos:

El amor no es como lo venden


                                               *                           *                               *

Comentarios

  1. Siempre lo entregamos todo sin recibir mucho y aun sabiendo todo seguimos adelante... Para que a fin de cuentas te des cuenta que el amor no es como lo vende.... Éxitos Amigo

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  2. El amor es cosa de dos y si hay amor de verdad las cosas fluyen de una manera natural. Yo confio en el amor pk quizas conoci el amor de mi vida. Alguien sencillamente impresionante. Te amo. T'estimo....

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